Sin miedo

Intervención de Johan Sebastián Ramírez Vanegas en Audiencia Pública Garantías del Derecho a la Protesta Social en Colombia

Me llamo Sebastian Ramirez Vanegas y soy estudiante de la Universidad Nacional. Vivo en Suacha, y como gran parte de las personas que habitan el municipio, diariamente me veo en la obligación de hacer uso del pésimo servicio de transporte que presta Transmileno.  A inicios del 2017, el alcalde Enrique Peñalosa anuncio que  el 1 de abril, del mismo año, la tarifa del pasaje pasaría de $2.000 a $2.200.

Esta decisión fue ampliamente rechazada por varios sectores populares, lo cual llevo a que el día 28 de marzo del 2017, la ciudadanía realizara una serie de plantones en los portales de Transmilenio.  En medio de las jornadas de bloqueos y sensibilización de las problemáticas del transporte publico, me encontraba  en el portal de sur esperando poder llegar a mi destino ese día.  No obstante, a pesar de que los bloqueos transcurrían de manera pacífica, el Escuadrón Móvil Antidisturbios -ESMAD irrumpió  de manera violenta en el portal sur y disparó bombas aturdidoras y gases lacrimógenos, sin importar la presencia de niños y mujeres en estado de embarazo.

Mientras intentaba salir del portal del sur, un patrullero del ESMAD me disparó en repetidas ocasiones con una marcadora de “paint ball” a una distancia muy corta; uno de estos disparos me impactó en el ojo derecho y me ocasionó la perdida de la visión por este ojo. Esta situación, no solo ha tenido repercusiones de carácter físico, sino también emocional, tanto en mi vida como en la de mis seres queridos, esto se manifiesta incluso en la perdida de confianza que tiene mi familia respecto a la institución policial y en la sensación de inseguridad que sentimos en el espacio público.

A  la fecha de hoy son demasiados los casos por abuso de autoridad y uso excesivo de la fuerza por parte del  ESMAD. Quiero que recordemos casos como el del joven Nicolas Neira, quién murió el 6 de mayo del 2005 con tan solo 15 años de edad, a causa de la brutal golpiza que recibió por parte de integrantes del ESMAD. Recordemos todos los  atropellos que campesinos, indígenas y comunidades afro han recibido en jornadas como las del paro  Agrario en el 2013, o casos más recientes, como los presentados en el marco del paro estudiantil y sindical el año pasado, en donde jóvenes como Juan David Henao y Keiry Movilla resultaron gravemente heridos por disparos con balas de goma en uno de sus ojos.

Estos casos  son solo algunos que evidencian que ninguna agresión por parte del ESMAD es un hecho aislado, por el contrario, es evidente que la vulneración a los derechos humanos ocurre de manera sistemática contra las y los manifestantes y las personas que no participan de las manifestaciones.

Teniendo en cuenta que muchos de los atropellos del ESMAD ocurren cuando intentan disolver de manera arbitraria alguna manifestación o un bloqueo, es necesario aclarar que  el espacio publico no es simplemente un espacio para la movilidad. Es también un espacio de participación ciudadana, de construcción de país; ya sea por el derecho a la educación, a la salud, por la defensa de los recursos naturales, o por la defensa de la vida de los y las liderezas sociales,  el derecho a la protesta social está íntimamente relacionado con el derecho a la libre expresión, el derecho a la reunión, por el derecho a decirle No a políticas que afectan la construcción de la paz en este país.

Por estás razones, criminalizar la protesta social implica des-legitimar el ejercicio ciudadano de manifestar inconformidades, de exigir derechos y de construir comunidad a través de la participación activa. Criminalizar la protesta social favorece la implantación de una sociedad hostil a la discusión, al pensamiento critico y a la manifestación de ideas divergentes; y una sociedad del tal tipo no seria acorde con los principios democráticos.

Considero que criminalizar, o restarle legitimidad a la protesta social, favorece la repetición y la impunidad de casos como el mío y el de muchas otras personas que han resultado agredidas en medio de manifestaciones públicas (independientemente de si hacían parte activa o no de las mismas). Restando legitimidad a la protesta social favorecemos expresiones indolentes como “Si le pasó, fue porque se lo buscó”, expresiones que restan empatía y  solidaridad  a un país que necesita justamente de ambos valores en este momento histórico en el que queremos apostarle a la vida y a la reconciliación.

Por esto y mil razones más  #Se vale protestar, y se vale protestar sin miedo.

Muchas gracias.